El mundo va intentar distraernos de la comunión diaria con Dios.
Poniéndonos, problemas, enfermedades,
tribulaciones.
Pero sabemos que tenemos un Dios grande y
poderoso.
Que para Él no hay nada imposible.
Solo tenemos que arrodillarnos y clamar a
Él.
Y entregarle todas las cargas.
Dios pelea por ti.