Como cristianos sabemos
el poder que tienen las palabras,
Que son semillas que
plantamos.
Y tenemos que evitar caer
en la murmuración,
Ya que es pecado
Y además pronunciamos palabras que no edifican.
Cuando alguien venga a
querer hablarnos de tal o cual persona.
Preguntémosle.
¿Vas a edificar a esa
persona con tu comentario?
¡No!
Entonces mejor que oremos
por ella
Y hablemos de otra cosa.
“Hermanos,
No murmuréis los unos de
los otros.
El que murmura del
hermano
Y juzga a su hermano,
Murmura de la ley
Y juzga a la ley
Pero si te juzgas a la
ley,
No eres hacedor de la
ley,
Si no juez.
Uno solo es el dador de
la ley
Que puede salvar y
perder,
Pero tu,
¿Quién eres para que
juzgues a otro?”
Santiago 4:11-12
AMEN