Cuando tomamos la decisión de arrodillarnos delante de Dios y confesar que Jesucristo es el Señor de señores y el rey de reyes.
Nuestra vida cambia, ya que pasamos de estar muertos en el pecado
A ser salvos y tener vida eterna.
Por eso postrémonos delante de Dios para
Alabarle
Orarle
Clamarle
Adorarle.
Él es nuestro padre y como tal cuida de cada uno de nosotros.
“Para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla
de los que están en los cielos
y en la tierra,
y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor
Para Gloria del Dios Padre.”
Filipenses 2:10-11
Amen